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La inversión de impacto pretende ayudar a cubrir las carencias de financiamiento y recursos para lograr los Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas. El objetivo es contribuir intencionadamente a un impacto social y medioambiental positivo y cuantificable que no se produciría de otro modo.

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El inversionista se compromete directamente a ayudar a una empresa a lograr un impacto mediante la aportación de capital, la gestión, el compromiso, las redes y los conocimientos especializados. Los inversionistas suelen incorporar inversiones sustentables y de impacto a sus diversas carteras, con el objetivo de lograr rentabilidades financieras y objetivos de sustentabilidad.

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Los inversionistas de impacto buscan empresas viables centradas en resolver los desafíos del cambio climático. También buscan influir en el cambio convirtiéndose en accionistas activos o tenedores de bonos en empresas con un uso intensivo de recursos naturales.

La inversión centrada en la sustentabilidad difiere de la inversión de impacto, ya que el inversionista no se dedica a impulsar el impacto. Sin embargo, envían una señal poderosa a otros participantes del mercado de que la sustentabilidad es importante, por ejemplo, invirtiendo en empresas que abordan activamente cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza en sus operaciones, cadenas de suministro y productos.

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Esto significa que no todas las soluciones climáticas podrían ser objetos de inversión. Por ejemplo, una tecnología que no se escala o una empresa que no tenga un modelo sólido con fines de lucro probablemente se financiaría mejor con capital filantrópico o de financiamiento social destinado exclusivamente a lograr un impacto.